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El discurso del derecho internacional de los derechos humanos en las caricaturas de niños: ¿tendremo

Por: Juana Inés Acosta / Presidente / Academia Colombiana de Derecho Internacional

Recientemente, cuando estaba viendo por centésima vez la película de Toy Story (cualquier madre o padre con hijos pequeños entenderá que la cantidad de veces no se debe precisamente a mi propia afición a la película), capté un elemento muy particular: en la escena en que Buzz y Woody discuten en el terrorífico cuarto de Sid, se puede ver detrás de la escena un documento denominado “Improvised Interrogation Handbook – Department of the Army Technical Manual”; esto, unas horas después de que en la misma película Sid aparece torturando a Woody para obtener información, quemando su frente con la luz del sol a través de una lupa. Este detalle, claramente dirigido a los adultos y estrechamente influenciado por las serias alegaciones acerca del uso de manuales de tortura por los Estados Unidos de América, inmediatamente me hizo reflexionar acerca del peso que tiene el discurso del derecho internacional de los derechos humanos en las películas y series para niños.

La influencia de este discurso no es menor. Si uno compara las caricaturas tradicionales de Hanna-Barbera y las películas clásicas de Disney con los nuevos libretos, no deja de sorprenderse. Si bien siguen existiendo críticas importantes al refuerzo de ciertos estereotipos en las películas y series de niños, lo cierto es que el influjo del discurso de esta rama del derecho internacional ha permitido pasar, por ejemplo, del estereotipo típico de series como los Picapiedra y los Supersónicos, en las que la mujer (blanca, por supuesto) siempre está en la casa esperando a su marido; a series como La Doctora Juguetes, que representa a una familia de raza negra en la que es el padre el que se queda en casa cuidando de sus dos hijos, mientras que la madre es una reconocida doctora e ídolo de la pequeña protagonista. El hecho de que finalmente Disney haya decidido elaborar un libreto en el que la princesa protagonista es de raza negra (La princesa y el Sapo), confirma este mismo influjo.

Y si bien la mayoría de ejemplos se encuentran en el ámbito de la no-discriminación frente a poblaciones estructuralmente discriminadas, también se encuentran ejemplos interesantes marcados por los estereotipos por la condición social y la lucha por los derechos laborales. Quien no recuerda, por ejemplo, la canción de los trabajadores en la película Dumbo, en la que los trabajadores (todos de raza negra), cantan “we work all day, we work all night”, “we slave until we are almost dead” y “we don’t know when we get our pay, and when we do, we throw our pay away”, para terminar con “We’re happy-hearted roustabouts”. Esto contrasta enormemente, por ejemplo, con la reciente serie de Disney Héroes de ciudad Higgly, dedicada exclusivamente a que los niños entiendan que cualquier persona que se dedique a cualquier profesión y oficio es un verdadero héroe de la ciudad (la persona que atiende una recepción, el que barre las calles, el policía de tráfico, el médico, el marinero, el profesor de escuela, entre otros).

La influencia también pasa por las canciones de ronda más tradicionales de niños. En el canal Baby TV, en la tradicional canción Arroz con Leche, no es un niño el que quiere casarse con una señorita de la capital que sepa coser y bordar; sino una niña la que quiere casarse con un “mexicanito que sepa bailar”.

Queda todavía mucho por hacer para que las películas y series, que al fin y al cabo tienen una influencia profunda en las vidas de los niños, se conviertan en una herramienta para contar con futuras generaciones con capacidades naturales para proteger y respetar los derechos humanos. No obstante, parece que la lucha de la sociedad civil por la protección de estos derechos y por el reflejo que este discurso debe tener en los medios de comunicación masiva, ha empezado a tener importantes frutos.

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